
Carlos Carballeira Fotógrafo Ferrol
Entonces, ¿cómo es que soy fotógrafo de bodas? Pues porque como soy un tipo «salao» muchos compañeros fotoperiodistas me pidieron como favor que fuese yo el encargado de sus fotos de boda ya que no querían a un fotógrafo al uso (que tardase tres horas y no les dejase llegar a las cervecitas del cóctel, posados raros y todo eso…)
A partir de ahí, ¡todo una cadena! Los amigos de los fotógrafos veían las fotos de las bodas y me llamaban para hacer su reportaje, después los amigos de los amigos también etcétera, etcétera. Así que llegó un día en el que me encontré haciendo más de ¡40 bodas cada verano! con lo que abandoné en parte mi trabajo en prensa y fundé con María nuestro propio estudio de fotografía de bodas.
Si quería entregar mis trabajos en un tiempo razonable, no un año después o cosas que oía por ahí, no me quedaba otra que especializarme y dedicarme a los reportajes de boda en cuerpo y alma. Así que desde entonces cada fin de semana tengo la suerte de formar parte de un día inolvidable para dos personas que se quieren.
Y que todos esos novios y novias confíen en mí para que les acompañe es el mayor de los regalos y la muestra más grande de confianza en un fotógrafo profesional, aunque me gusta más decir «de oficio» por mi afición al mundo artesanal, al trabajo hecho con las manos y con el corazón.
En realidad, están dejando en mis manos lo único palpable que quedará de ese día, sus fotos de boda y la filmación de las imágenes en un documento audiovisual.
Ahí, en ese tesoro, quedarán guardados todos los recuerdos, las risas, las lágrimas, las imágenes vivas de las personas que más os quieren y en resumen el legado que quedará para vuestros hijos o para los que vengan detrás.
Como el libro de cuentos que va pasando de padres a hijos y que va envejeciendo por el uso, pero de una manera sentimental, las historias de los libros de cuentos que les he contado tantas noches a mis hijos y que me habían contado ya mis padres y a ellos mis abuelos.
Entonces, ¿cómo es que soy fotógrafo de bodas? Pues porque como soy un tipo «salao» muchos compañeros fotoperiodistas me pidieron como favor que fuese yo el encargado de sus fotos de boda ya que no querían a un fotógrafo al uso (que tardase tres horas y no les dejase llegar a las cervecitas del cóctel, posados raros y todo eso…)
A partir de ahí, ¡todo una cadena! Los amigos de los fotógrafos veían las fotos y me llamaban para hacer su reportaje, después los amigos de los amigos también etcétera, etcétera. Así que llegó un día en el que me encontré haciendo más de ¡40 bodas cada verano! con lo que abandoné en parte mi trabajo en prensa y fundé con María nuestro propio estudio.
Si quería entregar mis trabajos en un tiempo razonable, no un año después o cosas que oía por ahí, no me quedaba otra que especializarme y dedicarme a los reportajes de boda en cuerpo y alma.Así que desde entonces cada fin de semana tengo la suerte de formar parte de un día inolvidable para dos personas que se quieren.
Y que todos esos novios y novias confíen en mí para que les acompañe es el mayor de los regalos y la muestra más grande de confianza en un fotógrafo profesional, aunque me gusta más decir «de oficio» por mi afición al mundo artesanal, al trabajo hecho con las manos y con el corazón.
En realidad, están dejando en mis manos lo único palpable que quedará de ese día, sus fotos de boda y la filmación de las imágenes en un documento audiovisual.
Ahí, en ese tesoro, quedarán guardados todos los recuerdos, las risas, las lágrimas, las imágenes vivas de las personas que más os quieren y en resumen el legado que quedará para vuestros hijos o para los que vengan detrás.
Como el libro de cuentos que va pasando de padres a hijos y que va envejeciendo por el uso, pero de una manera sentimental, las historias de los libros de cuentos que les he contado tantas noches a mis hijos y que me habían contado ya mis padres y a ellos mis abuelos.